ANECDOTAS extrañas (I)

"Somos los mismos" (?)

Hasta esta fecha; hace treinta años aproximadamente, al ingresar por primera vez y de paseo a Chascomús, el colectivo en el que viajaba se detuvo espontáneamente en el acceso norte, principal de la ciudad; del cual bajó silenciosamente y encaminó hacia una de las banquinas; allí se detuvo en indicó precisamente un lugar, diciendo: “Allá, en ese lugar voy a vivir yo”.
Pasados los años se casó con una mujer de esa ciudad, con ella tuvo dos hijas (Sofía y Martina). Cierto día, su mujer le comunicó que le habían ofrecido un terreno a pagar en cómodas cuotas, fueron a verlo y se trataba del que había señalado muchos años antes. Actualmente vive allí, en ese lugar.
Así, infinidades, hasta que cierto día comenzó a presagiar espontáneamente innumerables cantidades y frente a actuales testigos, por ejemplo, en un momento y en cuestión de minutos, habló sobre una gran destrucción que sufriría Chascomús; sobre un puente que sería arrasado por las aguas; sobre dos altos edificios que serían golpeados en su parte más alta por aviones y que posteriormente caerían en escombros, a lo que agregó: “Esos dos edificios van a quedar en la historia de la humanidad”, y finalizó tales presagios con otro más: “Después que esto suceda habrá una guerra, no será la tercera guerra mundial, será corta, terminará pronto, no se asusten”. Todos estos, en la medida que los iba anunciando también señalaba las direcciones de los lugares en que ocurrirían.
Pasado un año o más, de estos presagios, todo sucedió exactamente tal cual lo había previsto y en cada lugar señalado. Así muchos más.
Pero lo más extraño y curioso de todo sucedió en el año 2005, cuando una noche casi tormentosa apareció en su casa un muchacho desesperado por haber perdido las cobranzas que realizaba, el joven era Alfredo González, a quien Angel conocía y apreciaba, en ese momento, Angel se encontraba con su amiga Fernanda Lange, y al notar la desesperación del joven, sonrió, lo tomó del brazo y le dijo: “No te calentés, andá hasta la esquina, después caminá dos cuadras hacia tu izquierda y al llegar allá, en el cruce de calles sobre la esquina de enfrente y en diagonal está lo que perdiste, dale, andá que hay mucho viento, sino vas a tener que buscarlo a mitad de cuadra y sobre el cordón”. Al cabo de unos minutos, el muchacho regresaba asombrado y pretendía saber cómo supo que el pequeño sobre perdido se encontraba en ese lugar, a lo que Angel, ante la presencia de los dos guiñó un ojo y otra sorpresa les dio: “En ese sobre que perdiste y encontraste, adentro está el número 39”. Mayor fue el asombro de ambos cuando comprobaron que era verdad. Angel, salió riendo hacia afuera y desde allí les dice: “Chicos, no se asombren de nada, somos siempre los mismos, y yo, soy el que siempre fui y el que siempre seré". (?)